Comentario
El 5 de mayo, cuando aún no se había entablado la batalla del mar del Coral, el cuartel general ordenó al comandante en jefe de la flota imperial combinada, almirante Isoruku Yamamoto, invadir puntos estratégicos en las islas Aleutianas occidentales y el atolón de Midway.
Se trataba de adelantar el perímetro defensivo japonés utilizando Midway como base para atacar las islas Hawai. Pero el supremo objetivo era atraer y aniquilar a la flota norteamericana, en su momento de mayor debilidad y antes de que pudiera reforzarse.
Con esa victoria sería fácil continuar las conquistas japonesas y, sobre todo, se cortarían las comunicaciones entre USA y Australia, que quedaría aislada.
Midway es un atolón coralino situado a 1.136 millas (milla terrestre: 1.609 metros) al noroeste de Pearl Harbor y a 2.580 del Japón. Está formado por dos islotes, Sand y Eastern, de dos y una milla respectivamente de longitud. Eran desérticos y deshabitados cuando en 1935 los eligió como base la Pan American Airways.
En agosto de 1941 la marina norteamericana transformó Eastern en base aérea. Este insignificante punto perdido en el Pacífico acapararía durante el mes de mayo de 1942 la atención japonesa y norteamericana, convirtiéndose en uno de los grandes hitos de la guerra del Pacífico.
El plan de ataque concebido por Yamamoto y su Estado Mayor era complejo y minucioso. La base para que el éxito fuese espectacular, tan trascendental o más que el de Pearl Harbor y, además, económico en pérdidas, era la sorpresa.
La acción comenzaría el 3 de junio, en las Aleutianas, situadas a unas 1.800 millas al norte de Midway. Los aparatos de dos partaaviones ligeros atacarían la base aérea norteamericana de Ducht Harbor. Tres días después las fuerzas de desembarco japonesas, apoyadas por los cañones de una escuadra, tomarían Attu y Kiska, dos islas del archipiélago aleutiano.
El 4 de junio, la fuerza aérea de los portaaviones de Nagumo bombardearía y destruiría el aeródromo y la aviación norteamericana en Midway. Y al día siguiente harían lo mismo en el atolón de Kure (60 millas al oeste).
Ese día 5 la flota de cruceros del almirante Kondo bombardearía Midway y destruiría sus defensas, para que el día 6 la fuerza de desembarco japonesa tomara el atolón.
Según la lógica japonesa, al producirse el ataque contra las Aleutianas la flota norteamericana acudiría en su ayuda, desplazándose hacia el norte, y se hallaría entre las Aleutianas y Midway cuando se produjera el ataque japonés contra esta última.
En este supuesto, la flota norteamericana sería cogida en tenaza por ambas fuerzas japonesas a las que podría ayudar la flota de Kondo y la flota de acorazados que, mandada por Yamamoto, navegaría en retaguardia.
La operación resultaban tan compleja que halló dificultades en el Estado Mayor naval japonés; pero la carrera de éxitos de Yamamoto le habían alzado en un pedestal desde el que podía anular cualquier resistencia. La acción se llevaría a cabo pese a los problemas de ejecución que planteaba.
Ya a estas alturas del relato, cualquiera puede preguntarse: si los portaaviones norteamericanos no estaban, ¿para qué tanta complicación? y si estaban o existía esa posibilidad, ¿para qué dispersar los portaaviones propios?
Los japoneses cifraban su éxito en que los norteamericanos hicieran lo que ellos habían previsto. Y esto era tremendo: los japoneses no sabían dónde estaban los portaaviones norteamericanos y ni siquiera conocían su número, porque daban por hundido al Yorktown en la batalla del mar del Coral.
Yamamoto en persona quiso estar presente en el éxito y se hizo a la mar enarbolando su pabellón en el acorazado Yamato -que con sus 60.000 toneladas era la mayor unidad naval de la época-, imponiendo un silencio total a todas sus flotas y dando prioridad al secreto sobre la eficacia...
Pero lo tremendo para Japón es que ni siquiera hubo secreto, pues poco antes los norteamericanos habían logrado descifrar el código naval japonés y conocían con dos semanas de adelanto la fecha aproximada del ataque, las fuerzas comprendidas y los objetivos buscados por Yamamoto.
Eso permitió a su contrincante norteamericano, almirante Chester W. Nimitz, tenderle una emboscada con sus escasas fuerzas y fortificar tanto Midway que se convirtió en algo más poderoso aún que un portaaviones.